Gata sin nombre se vende en plazos, mesa de saldos, baratería, lleva en el pecho tres arañazos y unas pestañas de cirugía; blanco preciso de un zapatazo, cayó del techo cual gota fría, triple fractura del espinazo, lesiones graves; enfermería. Pobre la gata, se desbarata y eleva juicio por malos tratos, sala de urgencia, salón de gatos, yeso de estuco sobre la pata. “Gata en oferta, vendo barata”, 14 pesos (y mi zapato)
Fue don Gato Romeo un bienandante, conocedor de rimas y cuartetas, audaz perseguidor de las pebetas, medianera mediante; afamado tenor de voz cantante, conquistador de faldas y planetas, montesco de pasiones capuletas de amor cuadrupedante. No hubo un solo balcón que no pudiera trepar por la escalera del latido; afiebrado varón, don Juan atleta, ¡Cuánta gata Julieta lo ha sabido!
Como dos gatos en celo, bajo una luna de amianto, fuimos, amor, beso y canto, en un intento de cielo; tejados de terciopelo nos vieron amarnos tanto, bajo un naufragio de llanto y un hervor de desconsuelo. Al filo de la cornisa de techos de bordes rojos, como un lento desangrar, boca de viento y ceniza, la pena tiene tus ojos y no me quiere mirar.
Mi gato con guantes no caza ratones, pero caza estrellas en la lejanía, comparte sus horas con cuatro gorriones que en tardes de lluvia le hacen compañía; se trepa al abismo de antiguos balcones con una elegancia de cancillería, dicen que desciende de antiguos dragones del sur de Etiopía. Por eso me gusta mi gato con guantes, con su traje infante y su gabardina, su negro bigote, sus ojos brillantes, su dulce talante de estirpe felina; frente al malevaje de gatos ramplones, que importa si entonces no caza ratones.
Baudelaire y Rimbaud eran dos gatos, al pairo de las horas parisinas, confundiendo luceros con espinas y espejismos de amor con arrebatos; con manchones de tinta en los zapatos y reproches de cal de las vecinas, rondaban andrajosos las esquinas, en medio de artilugios literatos. Baudelaire y Rimbaud, por los tejados, con ayuno de besos demorados y un responso de rimas insensatas, bajo un cielo carmín de luna llena, hermanos consanguíneos de la pena, con destino de amor, pero sin gatas.
La gata ronda, rondando, el boulevard de la esquina, de amores desesperando su larga cola felina; ¿hasta dónde y hasta cuándo? pasiones de tinta china y el gato filosofando sobre el rosal y la espina. Ardores de contrabando, gira el reloj de la noria y el tiempo que va pasando de sucesión sucesoria, y la gata de la historia, depilada y esperando.
La gata se piensa felina tigresa, salvaje de amores, como un torbellino, desde su barraca, nocturna y espesa, ronda mi destino; avanza en silencio, mortal asesino de boca confesa, oscura de sombras clausura el camino, con cierto arrogancia de gata "montesa". Sutil cazadora, marca donde pisa, cuidando el detalle de cada pisada, azul, la mirada, desde el arabesco de cada cornisa. Tal vez no recuerde la vieja premisa y acaso la fiera termine cazada.
A usted señora, a Ud. mi gata en celo, desvelo del amor en catarata, que confundes tejados con el cielo y te limpias la boca en mi corbata; a usted, que con dos besos desbarata los lunes tormentosos de pomelo, de los meses que llevas siendo gata, apártame un abril de terciopelo. Con las horas que restan, improvisa, yo soy un partenaire en estas lides de ver salir el sol cuando amanece. Penitente, me quedo en tu cornisa, si precisas mi boca, me la pides, maúlla, cuando quieras que te bese.
Fogata, brasa mulata, donde mi boca se pierde, piel encendida de gata, corazón de piedra verde. No hay noche que no recuerde la noche bajo tu bata, gata que araña y que muerde, mano que ronda y rescata. Candela, beso que cela el cielo que aterciopela la mano que te desata; nudo de seda gatuna, para querer, cada una, tus sietes vidas de gata.
Se quita la gata su blanco pelaje, lo dobla en mitades con sumo cuidado, enaguas de hilo, braguitas de encaje, con una belleza de ajuar delicado; el gato la mira, bandido y callado, tenderse en la cama con gesto salvaje, sedienta de besos por cada costado, divino paisaje. Le muerde la cola con ansia gatuna, “como tú ninguna" le dice embobado y asalta sus labios, (el beso robado tiene gusto a luna). La gata del cuento, felina fortuna, sin pizca de sueño, se acuesta a su lado.
La Banda del Gato, con cuatro instrumentos, compone canciones de amor a la gata, piolines de tiento, platillos de lata, timbales, maderas, teclados y vientos; la Banda del Gato, de oscuros talentos, ensayan a diario la azul serenata, bajo el espejismo de un cielo de plata y un coro afinado de estrellas de cuentos. Felinos los dedos, gatunas las manos, “songoro cosongo” de sones cubanos en un trabalenguas de tinte mulato; azúcar, azúcar, canción habanera, la gata encendida mueve la cadera y bailan dichosos los ojos del gato.
Después de todo soy una gata que se desata como cualquiera, negra pantera, beso escarlata, boca de plata, quien lo dijera; después de todo, ninfa y guerrera, flama y hoguera que te arrebata, por la fogata de tu caldera, me quemo entera, pata por pata. Carbón y lumbre de piel ardida, como una fiesta de bienvenida, sol de mi vida que me incineras; después de todo, rabiosa llama, soy el deseo sobre tu cama, felina y dama. Cuando tu quieras.
En la ronda de gatos de la esquina, (batifondo del fondo de tu casa) cierto gato de alcurnia clandestina, de amor se descompasa. Le relumbra la vista, como brasa de hoguera jacobina, con las uñas de escándalo y espina, ¿tú sabes que le pasa? Lo mismo que un esquivo delincuente en la hora más negra del ocaso, se confunde con todo lo que toca; con recelo de gato combatiente, va midiendo tu paso; eres presa segura de su boca.
Si fuera mi gata, la gata que pasa curvando su lomo por el vecindario, compuesta y altiva, tan dueña de casa, con paso incendiario. Con ese carácter de gata altanera de doble apellido y andar honorario, tan firme en sus patas y tan dominguera, de rezo y rosario. Tan fina en su techo de teja francesa, tan tiesa de cola de gata siamesa por esas cuestiones de afán nobiliario; ajena y felina como una pantera; si fuera mi gata, un día cualquiera, le hace cinco gatos, mi gato ordinario.
Pepe Gato, vecino de Lugano, caballero de raza indefinida, en la séptima vida de su vida, atraviesa la noche de verano. Lady Gata, condesa de Milano, con alcurnia de cola distinguida, en la séptima vida de su vida, atraviesa la noche de verano. Impasible, la rueda en torbellino, con misterio felino, desovilla su embrujo suburbano, y los gatos platónicos del cuento, en el mismo momento, se cruzan en la noche de verano. El dibujo (una maravilla) pertenece a la artista ecuatoriana Guillermina.
Montó Delicia casa de citas, en el suburbio de Mataderos, barrio de gatos y cuchilleros; “Gata mimosa se necesita” Se presentaron diez señoritas, más perfumadas que cien floreros, tules, encajes, bragas, ligueros, altas, delgadas, gordas, bajitas. Se altera el barrio con la noticia, abre mañana Doña Delicia, se desayunan los caballeros; catorce cuadras tiene la cola, novias y amantes se quedan solas, catorce cuadras... ¡¡¡Soy el primero!!!
La ilustración pertenece al artista Makoto Muramatsu.
Gata italiana y gato argentino, buscan amarse por los rincones, se aceptan bancos, sillas, sillones, camas siamesas, futones chinos; no se precisan grandes salones, ni tapizados alabastrinos, alfombras, losa, pisos de pino, sin más atuendo que las pasiones. Gato porteño y gata italiana buscan amarse por la mañana, distinta idioma, la misma hoguera; son bienvenidas piezas vacías, altos tejados de tejas frías o el entrepiso de una escalera.
El increíble dibujo es de la artista mexicana Maricarmen Pizano.
Nota del autor del Blog "Apenas Penas", Académico de Número de la Academia Porteña del Lunfardo: El material aquí volcado, ha sido inscripto en la Dirección Nacional del Derecho. de Autor/Ley 11.723 / Exp. 423353 / 530312 / 554203. Expediente: RE2019 - 21061174 - APN - DNDA / 8 de abril de 2019.
Parte de él ha sido incluido en mis libros: "Llevarás en la piel / De diluvios y andenes / Oceanario y De lunfa somos".